XCVII

Glorias hay que deslumbran, cual deslumbra

el vivo resplandor de los relámpagos,

y que como él se apagan en la sombra,

sin dejar de su luz huella ni rastro.

Yo prefiero a ese brillo de un instante,

la triste soledad donde batallo,

y donde nunca a perturbar mi espíritu

llega el vano rumor de los aplausos.