A R. . . .

¿Por qué pretendes bajo negra toca

La frente asi ocultar? ¿por qué el esbelto

Talle, se mira en el sayal envuelto

Y no hay sonrisas en tu linda boca?

El blanco seno que á gozar provoca,

Del mundo alegre por el mar revuelto,

No es dado contemplar, ni aquel resuelto

Andar, que aviva la esperanza loca.

Lega á olvido capricho tan extraño,

Y pues el mundo por gentil te adora.

Desnúdate el sayal, cese el engaño;

Que en celda solitaria solo mora

O la adusta vejez, ó el desengaño;

No aquella que tus gracias atesora.