Cuadro cuarto

En el centro de la escena, una cama de frente y per-pendicular, como pintada por un primitivo, donde

hay un Desnudo Rojo coronado de espinas azules.

Al fondo, unos arcos y escaleras que conducen a los palcos de un gran teatro. A la derecha, la portada de

una universidad. Al levantarse el telón se oye una salva de aplausos.

DESNUDO. ¿Cuándo acabáis?

ENFERMERO. (Entrando rápidamente.) Cuando cese el tumulto.

DESNUDO. ¿Qué piden?

ENFERMERO. Piden la muerte del Director de escena.

DESNUDO. ¿Y qué dicen de mí?

ENFERMERO. Nada.

DESNUDO. Y de Gonzalo, ¿se sabe algo?

ENFERMERO. Lo están buscando en la ruina.

DESNUDO. Yo deseo morir. ¿Cuántos vasos de sangre me habéis sacado?

ENFERMERO. Cincuenta. Ahora te daré la hiel, y luego, a las ocho, vendré con el bisturí para ahondarte la herida del costado.

DESNUDO. Es la que tiene más vitaminas.

ENFERMERO. Sí.

DESNUDO. ¿Dejaron salir a la gente bajo la arena?

ENFERMERO. Al contrario. Los soldados y los ingenieros están cerrando todas las salidas.

DESNUDO. ¿Cuánto falta para Jerusalén?

ENFERMERO. Tres estaciones, si queda bastante carbón.

DESNUDO. Padre mío, aparta de mí este cáliz de amargura.

ENFERMERO. Cállate. Ya es éste el tercer termómetro que rompes.

(Aparecen los Estudiantes. Visten mantos negros y becas rojas.)

ESTUDIANTE I.° ¿Por qué no limamos los hierros?

ESTUDIANTE 2.° La callejuela está llena de gente armada y es difícil huir por allí.

ESTUDIANTE 3.° ¿Y los caballos?

ESTUDIANTE I.° Los caballos lograron escapar rompiendo el techo de la escena.

ESTUDIANTE 4.° Cuando estaba encerrado en la torre los vi subir agrupados por la colina. Iban con el Director de escena.

ESTUDIANTE I.° ¿No tiene foso el teatro?

ESTUDIANTE 2.° Pero hasta los fosos están abarrotados de público. Más vale quedarse. (Se oye una salva de aplausos. El Enfermero incorpora al Desnudo y le arregla las almohadas.)

DESNUDO. Tengo sed.

ENFERMERO. Ya se ha enviado al teatro por el agua.

ESTUDIANTE 4.° La primera bomba de la revolución barrió la cabeza del profesor de retórica.

ESTUDIANTE 2.° Con gran alegría para su mujer, que ahora trabajará tanto que tendrá que ponerse dos grifos en las tetas.

ESTUDIANTE 3.° Dicen que por las noches subía un caballo con ella a la terraza.

ESTUDIANTE I.° Precisamente ella fue la que vio por una claraboya del teatro todo lo que ocurría y dio la voz de alarma.

ESTUDIANTE 4.° Y aunque los poetas pusieron una escalera para asesinarla, ella siguió dando voces y acudió la multitud.

ESTUDIANTE 2.° ¿Se llama?

ESTUDIANTE 3.° Se llama Elena.

ESTUDIANTE I.° (Aparte.) Selene.

ESTUDIANTE 2.° (Al Estudiante I.°) ¿Qué te pasa?

ESTUDIANTE I.° Tengo miedo de salir al aire.

(Por las escaleras bajan los dos Ladrones. Varias Damas, vestidas de noche, salen precipitadamente de los palcos. Los Estudiantes discuten.)

DAMA I.ª ¿Estarán todavía los coches a la puerta?

DAMA 2.ª ¡Qué horror!

DAMA 3.ª Han encontrado al Director de esce- na dentro del sepulcro.

DAMA I.ª ¿Y Romeo?

DAMA 4.ª Lo estaban desnudando cuando salimos.

MUCHACHO I.° El-público quiere que el poeta sea arrastrado por los caballos.

DAMA I.ª Pero ¿por qué? Era un drama delicioso y la revolución no time derecho a profanar las tumbas.

DAMA 2.ª Las voces estaban vivas y sus apariencias también. ¿Qué necesidad teníamos de lamer los esqueletos?

MUCHACHO I.° Tiene razón. El acto del sepulcro estaba prodigiosamente desarrollado. Pero yo descubrí la mentira cuando vi los pies de Julieta. Eran pequeñísimos.

DAMA 2.ª ¡Deliciosos! No querrá usted ponerles reparo.

MUCHACHO I.° Sí, pero eran demasiado pequeños para ser pies de mujer. Eran demasiado perfectos y demasiado femeninos. Eran pies de hombre, pies inventados por un hombre.

DAMA 2.ª ¡Qué horror!

(Del teatro llegan murmullos y ruido de espadas.)

DAMA 3.ª ¿No podemos salir?

MUCHACHO I.° En este momento llega la revolución a la catedral. Vamos por la escalera.

(Salen.)

ESTUDIANTE 4.° El tumulto comenzó cuando vieron que Romeo y Julieta se amaban de verdad.

ESTUDIANTE 2.° Precisamente fue por todo lo contrario. El tumulto comenzó cuando observaron que no se amaban, que no podían amarse nunca.

ESTUDIANTE 4.° El público tiene sagacidad para descubrirlo todo y por eso protestó.

ESTUDIANTE 2.° Precisamente por eso. Se amaban los esqueletos y estaban amarillos de llama, pero no se amaban los trajes y el público vio varias veces la cola de Julieta cubierta de pequeños sapitos de asco.

ESTUDIANTE 4.° La gente se olvida de los trajes en las representaciones y la revolución es- talló cuando se encontraron a la verdadera Julieta amordazada debajo de las sillas y cubierta de algodones para que no gritase.

ESTUDIANTE I.° Aquí está la gran equivocación de todos y por eso el teatro agoniza. El público no debe atravesar las sedas y los cartones que el poeta levanta en su dormitorio. Romeo puede ser un ave y Julieta puede ser una piedra. Romeo puede ser un grano de sal y Julieta puede ser un mapa. ¿Qué le importa esto al público?

ESTUDIANTE 4.° Nada. Pero un ave no puede ser un gato, ni una piedra puede ser un golpe de mar.

ESTUDIANTE 2.° Es cuestión de forma, de máscara. Un gato puede ser una rana, y la luna de invierno puede ser muy bien un haz de leña cubierto de gusanos ateridos. El público se ha de dormir en la palabra y no ha de ver a través de la columna las ovejas que balan y las nubes que van por el cielo.

ESTUDIANTE 4.° Por eso ha estallado la revo- lución. El Director de escena abrió los escotillo- nes, y la gente pudo ver cómo el veneno de las venas falsas había causado la muerte verdadera de muchos niños. No son las formas disfraza- das las que levantan la vida, sino el cabello de barómetro que tienen detrás.

ESTUDIANTE 2.° En último caso, ¿es que Ro- meo y Julieta tienen que ser necesariamente un hombre y una mujer para que la escena del se- pulcro se produzca de manera viva y desgarra- dora?

ESTUDIANTE I.° No es necesario, y esto era lo que se propuso demostrar con genio el Director de escena.

ESTUDIANTE 4.° (Irritado.) ¿Que no es necesa- rio? Entonces que se paren las máquinas y arro- jad los granos de trigo sobre un campo de ace- ro.

ESTUDIANTE 2.° ¿Y qué pasaría? Pasaría que vendrían los hongos y los latidos se harían quizá más intensos y apasionantes. Lo que pasa es que se sabe lo que alimenta un grano de tri- go y se ignora lo que alimenta un hongo.

ESTUDIANTE 5.° (Saliendo de los palcos.) Ha llegado el juez, y antes de asesinarlos, les van a hacer repetir la escena del sepulcro.

ESTUDIANTE 4.° Vamos. Veréis cómo tengo razón.

ESTUDIANTE 2.° Sí. Vamos a ver la última Julieta verdaderamente femenina que se verá en el teatro. (Salen rápidamen te.)

DESNUDO. Padre mío, perdónalos, que no saben lo que se hacen.

ENFERMERO. (A los Ladrones.) ¿Por qué llegáis a esta hora?

LOS LADRONES. Se ha equivocado el traspunte.

ENFERMERO. ¿Os han puesto las inyecciones?

LOS LADRONES. Sí.

(Se sientan a los pies de la cama con unos cirios encendidos. La escena queda en penumbra. Aparece

el Traspunte.)

ENFERMERO. ¿Son éstas horas de avisar?

TRASPUNTE. Le ruego me perdone. Pero se había perdido la barba de José de Arimatea.

ENFERMERO. ¿Está preparado el quirófano?

TRASPUNTE. Sólo faltan los candeleros, el cáliz y las ampollas de aceite alcanforado.

ENFERMERO. Date prisa. (Se va el Traspunte.)

DESNUDO. ¿Falta mucho?

ENFERMERO. Poco. Ya han dado la tercera campanada. Cuando el Emperador se disfrace de Poncio Pilato.

MUCHACHO I.° (Aparece con las Damas.) ¡Por favor! No se dejen ustedes dominar por el pánico.

DAMA I.ª Es horrible perderse en un teatro y no encontrar la salida.

DAMA 2.ª Lo que más miedo me ha dado ha sido el lobo de cartón y las cuatro serpientes en el estanque de hojalata.

DAMA 3.ª Cuando subíamos por el monte de la ruina creímos ver la luz de la aurora, pero tro- pezamos con los telones y traigo mis zapatos de tisú manchados de petróleo.

DAMA 4.ª (Asomándose a los arcos.) Están repre-sentando otra vez la escena del sepulcro. Ahora es seguro que el fuego romperá las puertas, porque cuando yo lo vi, hace un momento, ya los guardianes tenían las manos achicharradas y no lo podían contener.

MUCHACHO I.° Por las ramas de aquel árbol podemos alcanzar uno de los balcones y desde allí pediremos auxilio.

ENFERMERO. (En alta voz.) ¿Cuándo va a co- menzar el toque de agonía? (Se oye una campana.) ,

LOS LADRONES. (Levantando los cirios.) Santo. Santo. Santo.

DESNUDO. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

ENFERMERO. Te has adelantado dos minutos.

DESNUDO. Es que el ruiseñor ha cantado ya.

ENFERMERO. Es cierto. Y las farmacias están abiertas para la agonía.

DESNUDO. Para la agonía del hombre solo, en las plataformas y en los trenes.

ENFERMERO. (Mirando el reloj y en voz alta.) Traed la sábana. Mucho cuidado con que el aire que ha de soplar no se lleve vuestras pelucas. Deprisa.

LOS LADRONES. Santo. Santo. Santo.

DESNUDO. Todo se ha consumado. (La coma gira sobre un eje y el Desnudo desaparece. Sobre el reverso del lecho aparece tendido el Hombre I.°, siempre con frac y barba negra.)

HOMBRE I.° (Cerrando los ojos.) ¡Agonía! (La luz toma un fuerte tinte plateado de pantalla cinematográfica. Los arcos y escaleras del fondo aparecen teñidos de una granulada luz azul. El En- fermero y los Ladrones desaparecen con Paso de baile sin dar la espalda. Los Estudiantes salen por debajo de uno de los arcos. Llevan pequeñas linternas eléctricas.)

ESTUDIANTE 4.° La actitud del público ha sido detestable.

ESTUDIANTE I.° Detestable. Un espectador no debe formar nunca parte del drama. Cuando la gente va al aquárium no asesina a las serpientes de mar ni a las ratas de agua, ni a los peces cubiertos de lepra, sino que resbala sobre los cris- tales sus ojos y aprende.

ESTUDIANTE 4.° Romeo era un hombre de treinta años y Julieta un muchacho de quince. La denuncia del público fue eficaz.

ESTUDIANTE 2.° El Director de escena evitó de manera genial que la masa de espectadores se enterase de esto, pero los caballos y la revo- lución han destruido sus planes.

ESTUDIANTE 4.° Lo que es inadmisible es que los hayan asesinado.

ESTUDIANTE I.° Y que hayan asesinado también a la verdadera Julieta que gemía debajo de las butacas.

ESTUDIANTE 4.° Por pura curiosidad, para ver lo que tenían dentro.

ESTUDIANTE 3.° ¿Y qué han sacado en claro? Un racimo de heridas y una desorientación absoluta.

ESTUDIANTE 4.° La repetición del acto ha sido maravillosa porque indudablemente se amaban con un amor incalculable, aunque yo no lo jus- tifique. Cuando cantó el ruiseñor yo no pude contener mis lágrimas.

ESTUDIANTE 3.° Y toda la gente; pero después enarbolaron los cuchillos y los bastones porque la letra era más fuerte que ellos y la doctrina, cuando desata su cabellera, puede atropellar sin miedo las verdades más inocentes.

ESTUDIANTE 5.° (Alegrísimo.) Mirad, he conseguido un zapato de Julieta. La estaban amor- tajando las monjas y lo he robado.

ESTUDIANTE 4.° (Serio.) ¿Qué Julieta?

ESTUDIANTE 5.° ¿Qué Julieta iba a ser? La que estaba en el escenario, la que tenía los pies más

bellos del mundo.

ESTUDIANTE 4.° (Con asombro.) ¿Pero no te has dado cuenta de que la Julieta que estaba en el sepulcro era un joven disfrazado, un truco del Director de escena, y que la verdadera Julieta estaba amordazada debajo de los asientos?

ESTUDIANTE 5.° (Rompiendo a reír.) ¡Pues me gusta! Parecía muy hermosa, y si era un joven disfrazado no me importa nada; en cambio, no hubiese recogido el zapato de aquella muchacha llena de polvo que gemía como una gata debajo de las sillas.

ESTUDIANTE 3.° Y, sin embargo, por eso la han asesinado.

ESTUDIANTE 5.° Porque están locos. Pero yo que subo dos veces, todos los días, la montaña y guardo, cuando terminan mis estudios, un enorme rebaño de toros con los que tengo que luchar y vencer cada instante, no me queda tiempo para pensar si es hombre o mujer o niño, sino para ver que me gusta con un alegrísimo deseo.

ESTUDIANTE I.° ¡Magnífico! ¿Y si yo quiero enamorarme de un cocodrilo?

ESTUDIANTE 5.° Te enamoras.

ESTUDIANTE I.° ¿Y si quiero enamorarme de ti?

ESTUDIANTE 5.° (Arrojándole el zapato.) Te enamoras también, yo te dejo, y te subo en hombros por los riscos.

ESTUDIANTE I.° Y lo destruimos todo.

ESTUDIANTE 5.° Los tejados y las familias.

ESTUDIANTE I.° Y donde se hable de amor entraremos con botas de foot-ball echando fango por los espejos.

ESTUDIANTE 5.° Y quemaremos el libro donde los sacerdotes leen la misa.

ESTUDIANTE I.° Vamos. ¡Vamos pronto!

ESTUDIANTE 5.° Yo tengo cuatrocientos toros. Con las maromas que torció mi padre los engancharemos a las rocas para partirlas y que salga un volcán.

ESTUDIANTE I.° ¡Alegría! Alegría de los muchachos, y de las muchachas, y de las ranas, y de los pequeños taruguitos de madera.

TRASPUNTE. (Apareciendo.) ¡Señores!, clase de geometría descriptiva.

HOMBRE I.° Agonía.

(La escena va quedando en penumbra. Los Estudiantes encienden sus linternas y entran en la universidad.)

TRASPUNTE. (Displicente.) ¡No hagan sufrir a los cristales!

ESTUDIANTE 5.° (Huyendo por los arcos con el Estudiante I.°) ¡Alegría! ¡Alegría! ¡Alegría!

HOMBRE I.° Agonía. Soledad del hombre en el sueño lleno de ascensores y trenes donde tú vas a velocidades inasibles. Soledad de los edificios, de las esquinas, de las playas, donde tú no aparecerás ya nunca.

DAMA I.a (Por las escaleras.) ¿Otra vez la misma decoración? ¡Es horrible!

MUCHACHO I.° ¡Alguna puerta será la verdadera!

DAMA 2.ª ¡Por favor! ¡No me suelte usted de la mano!

MUCHACHO I.° Cuando amanezca nos guiaremos por las claraboyas.

DAMA 3.ª Empiezo a tener frío con este traje.

HOMBRE I.° (Con voz débil.) ¡Enrique! ¡Enrique!

DAMA I.ª ¿Qué ha sido eso?

MUCHACHO I.° Calma.

(La escena está a oscuras. La linterna del Muchacho I.° ilumina la cara muerta del Hombre I.°)

Telón

[Solo del pastor bobo]

Cortina azul.

En el centro, un gran armario lleno de Caretas blancas de diversas expresiones. Cada Careta tiene su lucecita delante. El Pastor Bobo viene por la derecha.

Viste de pieles bárbaras y lleva en la cabeza un em-budo lleno de plumas y ruedecillas. Toca un aristón y danza con ritmo lento.

EL PASTOR.

El pastor bobo guarda las caretas.

Las caretas

de los pordioseros y de los poetas

que matan a las gipaetas

cuando vuelan por las aguas quietas.

Careta

de los niños que usan la puñeta

y se pudren debajo de una seta.

Caretas

de las águilas con muletas.

Careta de la careta

que era de yeso de Creta

y se puso de harinita color violeta

en el asesinato de Julieta.

Adivina. Adivinilla. Adivineta

de un teatro sin lunetas

y un cielo lleno de sillas

con el hueco de una careta.

Balad, balad, balad, caretas.

(Las Caretas balan imitando las ovejas y alguna

tose.)

Los caballos se comen la seta

y se pudren bajo la veleta.

Las águilas usan la puñeta

y se llenan de fango bajo el cometa,

y el cometa devora la gipaeta

que rayaba el pecho del poeta.

¡Balad, balad, balad, caretas!

Europa se arranca las tetas,

Asia se queda sin lunetas

y América es un cocodrilo

que no necesita careta.

La musiquilla, la musiqueta

de las púas heridas y la limeta.

(Empuja el armario, que va montado sobre ruedas, y desaparece. Las Caretas balan.)

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