Zapatera, Zapatero y Niño.
ZAPATERA. ¡Jesús! Está una en un continuo sobresalto. ¿Quién es?
NIÑO. ¡Abre!
ZAPATERA. ¿Pero es posible? ¿Cómo has ve- nido?
NIÑO. ¡Ay, vengo corriendo para decírtelo!
ZAPATERA. ¿Qué ha pasado?
NIÑO. Se han hecho heridas con las navajas dos o tres mozos y te echan a ti la culpa. Heri- das que echan mucha sangre. Todas las mujeres han ido a ver al juez para que te vayas del pue- blo, ¡ay! Y los hombres querían que el sacristán tocara las campanas para cantar tus coplas... (El Niño está jadeante y sudoroso.)
ZAPATERA. (Al Zapatero.) ¿Lo está usted viendo?
NIÑO. Toda la plaza está llena de corrillos... parece la feria... ¡y todos contra ti!
ZAPATERO. ¡Canallas! Intenciones me dan de salir a defenderla.
ZAPATERA. ¿Para qué? Lo meterían en la cárcel. Yo soy la que va a tener que hacer algo gordo.
NIÑO. Desde la ventana de tu cuarto puedes ver el jaleo de la plaza.
ZAPATERA. (Rápida.) Vamos, quiero cercio- rarme de la maldad de las gentes. (Mutis rápi- do.)