Canción de la desesperanza

Los olivos subían

y el río bajaba.

(Solo yo me perdía

por los aires.)

Los Padres esperaban

el Santo Advenimiento,

y las muchachas pintan

su corazón de verde.

(Solo yo me perdía

por los aires.)

La selva de los relojes

Entré en la selva

de los relojes.

Frondas de tic-tac,

racimos de campanas

y, bajo la hora múltiple,

constelaciones de péndulos.

Los lirios negros

de las horas muertas,

los lirios negros

de las horas niñas.

¡Todo igual!

¿Y el oro del amor?

Hay una hora tan sólo.

¡Una hora tan sólo!

¡La hora fría!

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