Carne

Qué bien os quedasteis

galán del cielo,

que es muy de galanes

quedarse en cuerpo

Lope de Vega, “Canto de los cantares”.

Por el nombre del Padre, roca luz y fermento,

por el nombre del Hijo, flor y sangre vertida,

en el fuego visible del Espíritu Santo,

Eva quema sus dedos teñidos de manzana.

Eva gris y rayada con la púrpura rota,

cubierta con las mieles y el rumor del insecto.

Eva de yugulares y de musgo baboso

en el primer impulso torpe de los planetas.

Llegaban las higueras con las flores calientes

a destrozar los blancos muros de disciplina.

El hacha por el bosque daba normas de viento

a la pura dinamo clavada en su martirio.

Hilos y nervios tiemblan en la sección fragante

de la luna y el vientre que el bisturí descubre.

En el diván de raso los amantes aprietan

los tibios algodones donde duermen sus huesos.

¡Mirad aquel caballo cómo corre! ¡Miradlo

por los hombros y el seno de la niña cuajada!

¡Mirad qué tiernos ayes y qué son movedizo

oprimen la cintura del joven embalado!

¡Venid, venid! Las venas alargarán sus puntas

para morder la cresta del caimán enlunado,

mientras la verde sangre de Sodoma reluce

por la sala de un yerto corazón de aluminio.

Es preciso que el llanto se derrame en la axila,

que la mano recuerde blanda goma nocturna.

Es preciso que ritmos de sístole y diástole

empañen el rubor inhumano del cielo.

Tienen en lo más blanco huevecillos de muerte

(diminutos madroños de arsénico invisible),

que secan y destruyen el nervio de luz pura

por donde el alma filtra lección de beso y ala.

Es tu cuerpo, galán, tu boca, tu cintura,

el gusto de tu sangre por los dientes helados.

Es tu carne vencida, rota, pisoteada,

la que vence y relumbra sobre la carne nuestra.

Es el gesto vacío de lo libre sin norte

que se llena de rosas concretas y finales.

Adán es luz y espera bajo el arco podrido

las dos niñas de lumbre que agitaban sus sienes.

¡Oh Corpus Christi! ¡Oh Corpus de absoluto silencio,

donde se quema el cisne y fulgura el leproso!

¡Oh blanca forma insomne!

Angeles y ladridos contra el rumor de venas.



17 de septiembre 1929