IV

Más empero contribuiría a formarla el caso siguiente: servía en la tropa extranjera de Amasis un ciudadano de Halicarnaso llamado Fanes, hombro de talento, soldado bravo y capaz en el arte de la guerra. Enojado y resentido contra Amasis, ignoro por qué motivo, escapóse del Egipto en una nave con ánimo de pasarse a los persas y de verse con Cambises. Siendo Fanes por una parte oficial de crédito no pequeño entre los guerreros asalariados, y estando por otra muy impuesto en las cosas del Egipto, Amasis, con gran ansia de cogerle, mandó desde luego que se le persiguiera. Envía en su seguimiento una galera y en ella el eunuco de su mayor confianza; pero éste, aunque logró alcanzarle y cogerle en Licia, no tuvo la habilidad de volverle a Egipto, pues Fanes supo burlarle con la astucia de embriagar a sus guardias, y escapado de sus prisiones logró presentarse a los persas. Llegado a la presencia de Cambises en la coyuntura más oportuna, en que resuelta ya la expedición contra el Egipto no veía el monarca medio de transitar con su tropa por un país tan falto de agua, Fanes no sólo le dio cuenta del estado actual de los negocios de Amasis, sino que lo descubrió al mismo tiempo un modo fácil de hacer el viaje, exhortándole a que por medio de embajadores pidiera al rey de los árabes paso libre y seguro por los desiertos de su país.

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