Con esta suma compraron poco después de los Hermioneos la isla Hidrea, situada en las costas de Peloneso, la cuál entregaron luego en depósito a los vecinos de Tricena, partiéndose de allí para Creta, en la cual, aunque solo navegaban hacia esta isla con el designio de arrojar de ella a los Zacintios, fundaron con todo la ciudad de Cidonia, donde por el espacio de cinco años que moraron allí de asiento tuvieron tan próspera la fortuna, que pudieron edificar los templos que al presente quedan en Cidonia, entre los cuales se cuenta el de Dictina. Llegado el sexto año de su colonia, sobrevínoles una desgracia, pues habiéndoles vencido los eginetas en una batalla naval, los hicieron, no menos que a los de Creta, prisioneros y esclavos; y entonces fue cuando los vencedores cortados los espolones de las galeras apresadas, hechos en forma de jabalí, los consagraron a Minerva en su templo de Egina. Tales hostilidades ejecutaron los eginetas movidos de encono y enemistad jurada que tenían contra los samios, quienes, en tiempo que Anfícrates reinaba en Samos, habían hecho y sufrido también iguales hostilidades en la guerra contra Egina, de donde se originaron tantas otras.