Habiéndole hablado así, dicen que de dos arcos que Hércules allí tenía aprestó el uno, y sacando después una banda que tenía unida en la parte superior una copa de oro, púsole en las manos el arco y la banda, y con esto se despidió. Después que ella vio crecidos a sus hijos, primero puso nombre a cada uno, llamando al mayor Agatirso, gelono al que seguía, y al menor escita, teniendo después bien presentes las órdenes de Hércules, que puntualmente ejecutó. Y como en efecto no hubiesen sido capaces dos de sus hijos, Agatirso y gelono, de hacer aquella prueba de valor en la contienda, arrojados por su misma madre partieron de su tierra; pero habiendo salido con la empresa propuesta escita, el más mozo de todos, quedó dueño de la región, y de él descienden por línea recta cuantos reyes hasta aquí han tenido los escitas. Para memoria de aquella copa usan los escitas hasta hoy día traer sus copas pendientes de sus bandas, y esto último fue lo único que de suyo inventó y mandó la madre a su hijo escita.