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En esta batalla, los griegos que mejor se portaron fueron los atenienses, y entre éstos se distinguió más que otro alguno un atleta célebre en el pancracio, llamado Hermolico, hijo de Eulino. Este mismo campeón, en la guerra que después se hicieron entre sí atenienses y caristios, tuvo la desgracia de morir peleando en Cirno, lugar del territorio Caristio, y fue sepultado en Genesto. Después de los atenienses merecieron mucho aplauso los corintios, los trecenios y los sicionios.

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