Amonfareto, que tenía al principio por seguro que jamás se atrevería Pausanias a dejarle solo allí con su regimiento, instaba obstinadamente a los suyos a que, tranquilos todos en el campo, nadie dejase el puesto señalado; mas cuando vio al cabo que Pausanias iba camino adelante con su gente, persuadióse de que su general debía gobernarse con mucha razón en dejarle allí solo, reflexión que le movió a dar orden a su regimiento de que, tomadas las armas, fuera siguiendo a marcha lenta la demás tropa adelantada. Habiendo avanzado ésta cosa de 10 estadios, y esperando a que viniese Amonfareto con su gente, habíase parado en un lugar llamado Argiopio, cerca del río Moloente, donde hay un templo de Céres Eleusina: había hecho alto en aquel sitio con la mira de volverse atrás al socorro de Amonfareto, en caso de que no quisiera al fin dejar con su regimiento el campo donde había sido apostado. Sucedió que al tiempo mismo que iba llegando la tropa de Amonfareto, venía cargándoles ya de cerca con sus tiros toda la caballería de los bárbaros, la cual, salida entonces a hacer lo que siempre, viendo ya desocupado el campo donde habían estado los griegos atrincherados por aquellos días, siguió adelante, hasta que, dando al cabo con ellos, tornó a molestarles con sus descargas.