Entre los atenienses, el más bravo, según se dice, fue Sófanes, hijo de Eutíquides, natural de Decelea. Mencionaré aquí de paso un suceso que los atenienses cuentan haber acaecido en cierta ocasión a los deceleenses, y que les fue de gran provecho, pues como en tiempos muy anteriores hubieran los Tindaridas invadido el Ática con mucha gente, con la pretensión de recobrar a Helena, obligaban a los pueblos con esta ocasión a desamparar de miedo sus casas y moradas por no saber ellos de fijo el lugar donde había sido depositada. Viendo, pues, entonces los deceleenses, o como dicen otros, el mismo Deceleo, lo acaecido, irritados contra Teseo, autor de aquel inicuo rapto, y compadecidos del daño que resultaba a todo el país de los atenienses, dieron cuenta a los Tindaridas de todo el suceso, conduciéndolos hasta Afidnas, lugar que les entregó cierto natural de aquella aldea llamado Títaco. En premio y recompensa de este servicio, concedióse entonces a los naturales de Decelea, y al presente aun se les conserva, la inmunidad de tributo en Esparta y la presidencia en el asiento; de manera, que en la guerra sucedida muchos años después entre los de Atenas y los del Peloponeso, a pesar de que los lacedemonios talaban toda el Ática, nunca tocaron a Decelea.