Otro tanto sucedió a Mardonio en sus sacrificios: éranle propicias sus víctimas mientras que se mantuviese a la defensiva para rebatir al enemigo; mas no le eran favorables si le acometía siendo el primero en venir a las manos, como él deseaba. Es de saber que Mardonio sacrificaba también al uso griego, teniendo consigo al adivino Hegesístrato, natural de Elea, uno de los teliadas y el de más fama y reputación entre todos ellos. A este en cierta ocasión tenían preso y condenado a muerte los espartanos, por haber recibido de él mil agravios y desacatos insufribles. Puesto en aquel apuro, viéndose en peligro de muerte y de pasar antes por muchos tormentos, ejecutó una acción que nadie pudiera imaginar; pues hallándose en el cepo con prisiones y argollas de hierro, como por casualidad hubiera logrado adquirir un cuchillo, hizo con él una acción la más animosa y atrevida de cuantas jamás he oído. Tomó primero la medida de su pie para ver cuánta parte de él podría salir por el ojo del cepo, y luego según ella se cortó por el empeine la parte anterior del pié. Hecha ya la operación, agujereando la pared, pues que le guardaban centinelas en la cárcel, se escapó en dirección a Tegea. Iba de noche caminando, y de día deteníase escondido en los bosques, diligencia con la cual, pesar de los lacedemonios, que esparciendo la alarma habían corrido todos a buscarle, al cabo de tres noches logró hallarse en Tegea; de suerte que admirados ellos del valor y arrojo del hombre de cuyo pie veían la mitad tendida en la cárcel, no pudieron dar con el cojo y fugitivo reo de este modo, pues, Hegesístrato, escapándose de las manos de los lacedemonios, se refugió en Tegea, ciudad que a la sazón corría con ellos en buena armonía. Curado allí de la herida y suplida la falta con un pie de madera, se declaró por enemigo jurado y mortal de los lacedemonios verdad es que al cabo tuvo mal éxito el odio que por aquel caso les profesaba, pues cogido en Zacinto, donde proseguía vaticinando contra ellos, le dieron allí la muerte.