Informados los moradores de Eretria de que venía contra ellos la armada de los persas, pidieron a los de Atenas les enviasen tropas auxiliares. No se resistieron los atenienses a enviarles socorro, antes bien les destinaron 4.000 colonos suyos que habían sorteado entre sí el país que antes había sido de los caballeros Calcidenses. Pero los de Eretria, aunque llamasen en su ayuda a los atenienses, no procedían con todo de muy buena fe en su resolución, vacilantes entre dos partidos y aun encontrados en sus pareceres, queriendo unos desamparar la ciudad y retirarse a los riscos y escollos de Eubea, y maquinando otros vender su patria con la mira de sacar del persa ventajas particulares. Viendo Esquines, hijo de Noton, uno de los principales de la ciudad, aquella disposición de ánimo en los de entrambos partidos, dio cuenta de lo que pasaba a los atenienses que ya se les habían juntado, pidiéndoles que tomasen la vuelta de sus casas si no querían acompañarles en la ruina. Por este medio lograron salvarse los atenienses, siguiendo el aviso y pasando de allí a Oropo.