CXXX

Clístenes, haciendo que todos en silencio le oyesen, hablóles así: —«Pretendientes de mi hija, muy pagado estoy de las prendas de todos vosotros, y si posible me fuera, a cada uno de vosotros daría con gusto la novia sin elegir en particular a ninguno y sin desechar a los demás. Pero bien veis que tratándose de una doncella sola, no cabe contentaros a todos: mi ánimo es regalar a cada uno de los que no alcanzéis la novia un talento de plata en prueba de lo mucho que me honro con haberla todos pretendido, como también en atención a la ausencia que habéis hecho de vuestras casas. Por lo demás, doy por mujer mi hija Agarista a Megacles, hijo de Alcmeon, al uso de los atenienses.» Aceptóla por tal Megacles, y quedó contraído solemnemente el matrimonio.

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