Escites, el señor de los Zancleos, huido de Inico, pasó a Himera, de donde navegó al Asia y llegó a la corte de Darío, quien vino a tenerle por el griego mejor y más justificado de cuantos de la Grecia habían subido a su corte; pues habida licencia del soberano para ir a Sicilia, volvió otra vez a su presencia, y entre los persas, acabó su vida felizmente en edad muy avanzada.