XII

Vino después la noche y halló a Jerjes inquieto y desazonado por el parecer de Artabano, y consultando con ella sobre el asunto, absolutamente se persuadía de que en buena política no debía dirigirse contra la Grecia. En este pensamiento y contraria resolución le cogió el sueño, en que, según refieren los persas, tuvo aquella noche la siguiente visión: Parecíale a Jerjes que un varón alto y bien parecido se le acercaba y le decía: —«Conque, persa, ¿nada hay ya de lo concertado? ¿No harás ya la expedición contra la Grecia después de la orden dada a los persas de juntar un ejército? Sábete, pues, que ni obras bien en mudar de parecer, ni yo te lo apruebo. Déjate de eso y no vaciles en seguir rectamente el camino como de día lo habías resuelto.»

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