Júntanse, pues, éstos, y antes que les propusiera Euribiades el asunto para cuya deliberación les había convocado, el hábil Temístocles, como hombre muy empeñado en salir con su intento, hacíase lenguas pidiendo a todos que no dejasen el puesto. Oyéndole el general de los corintios, Adimanto, hijo de Ocito: —«Temístocles, le dijo, en los juegos públicos lleva azotes el que se mueve antes de la señal.» Rebatióle Temístocles con decirle: —«Los que en ellos se quedan atrás no se llevan la palma.»