En tanto que no acababan de dar fe a Arístides, llegan con su galera unos desertores naturales de Leno, cuyo capitán era Panetio, hijo de Sosimenes, quienes los sacaron totalmente de duda, contándoles puntualmente lo que pasaba. Diré aquí de paso, que en atención a la deserción de dicha galera lograron después los Tenios que fuese grabado su nombre entre el de los pueblos que derrotaron al bárbaro, en la Trípode que en memoria de tanta hazaña fue consagrada en Delfos. Con esta galera que vino desertando a Salamina y con la otra de los Lemnios que antes se les había pasado en Artemisio, llenaron los griegos el número de su armada, hasta completar el de 180 naves, para el cual eran dos las que antes les faltaban.