XXIII

Apenas acababa Temístocles de escribir esto en la aguada, guando un hombre natural de Histiea llegó en un barco a dar la noticia a los bárbaros de que los griegos huían de Artemisio. Ellos, por no fiarse del espía, aseguráronse de su persona, poniéndole preso entretanto que despachaban unas naves ligeras que fuesen a ver lo que había. Vueltas éstas con la noticia de lo que realmente pasaba, al salir el sol, toda la armada junta púsose en viaje en dirección de Artemisio, en donde, haciendo alto hasta el medio día, encaminóse después para Histiea. Llegados allá los bárbaros, apoderáronse de la ciudad de los histieos y de una parte de la Helopia, y fueron corriendo y talando todas las aldeas marítimas de la Histieótida.

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