XXIV

Estando así las cosas, despachó Jerjes un pregonero a su armada, después de dar sus providencias acerca de los muertos de los suyos, y mandando recoger todos los demás cadáveres que de su ejército habían perecido (y no bajaban de 20.000 los que en Termópilas murieron) hizo enterrarles en unas fosas abiertas a este fin y cubiertas otra vez con tierra, y disimuladas con hojarasca allí tendida para que no lo echase de ver la gente de su marina. Luego que vino a Histiea el pregonero, mandando juntar toda la gente de la armada, publicóles este bando: «Gente de guerra, el rey Jerjes da licencia al que de vosotros la quiera, para que dejando este puesto, y viniendo al campo, vea cómo peleó el monarca con estos griegos insensatos y temerarios, que esperaban poder más que su ejército.»

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