Y en efecto, marchando por las orillas del río Cefiso, todo lo arruinaban, abrasando las ciudades de Drimo, de Caradra, de Eroco, de Tetronio, de Anficea, de Neona, la de los Pedieses, la de los Triteses juntamente con la de Elatia, la de Hiampolis, la de Parapotamios y la de Abas. En esta última había un rico templo de Apolo adornado de muchos tesoros y donativos, y en él también había ya entonces su oráculo como lo hay al presente, todo lo cual no impidió que después de saqueado el santuario no fuese entregado a las llamas. Prendieron a algunos focenses persiguiéndolos por los montes, y de algunas prisioneras abusaron tanto los bárbaros, tantos en número, que acabaron con la vida de las infelices.