Capítulo X. Cómo fué Herodes acusado y cómo se vengó de la acusación.

Después que Casio salió de Siria, otra vez se levantó revuelta en Jerusalén, habiendo Félix venido con ejército contra Faselo y contra Herodes, queriendo, con la pena de su hermano, vengar la muerte de Malico. Sucedió por caso que Herodes vivía en este tiempo en Damasco, con el capitán de los romanos Fabio; y deseando que Fabio le pudiese socorrer, enfermó de grave dolencia. En este medio, Faselo, sin ayuda de alguno, venció también a Félix e injuriaba a Hircano llamándolo ingrato, diciendo que había hecho las partes de Félix y había permitido que su hermano ocupase y se hiciese señor de los castillos de Malico, porque ya tenían muchos de ellos, y el más fuerte y más seguro, que era el de Masada.

Pero no le pudo aprovechar algo contra la fuerza de Herodes, el cual, después que convaleció, tomó todos los demás y dejóle ir de Masada, por rogárselo mucho y por mostrarsemuy humilde; Y echó a Marión, tirano de los tirios, de Gali lea, el cual poseía tres castillos, y perdonó la vida a todos los tirios que había preso, y aun a algunos dió muchos dones y libertad para que se fuesen; ganando con esto la benevolencia y amistad de la ciudad, él por su parte, y haciendo aborrecer el tirano a los otros.

Este Marión había ganado la tiranía por Casio, que había puesto por capitanes en Siria muchos tiranos; pero por la enemistad de Herodes traíase consigo a Antígono, hijo de Aristóbulo, y a Ptolomeo, por causa de Fabio, el cual era compañero de Antígono, corrompido por dinero para ayudar a poner en efecto lique tenía comenzado. Ptolorneo servía y proveía con todo lo necesario a su yerno Antígono.

Habiéndose armado contra éstos Herodes y dádoles la batalla cerca de los términos de Judea, hubo la victoria; y habiendo hecho huir a Antígono, vuélvese a Jerusalén y fué muy amado de todos por haber tan prósperamente acabado todo aquello, en tanta manera, que aquellos que antes le eran enemigos y le menospreciaban, entonces se ofrecieron muy amigos a él, por la deuda y parentesco con Hircano. Porque este Herodes había ya mucho tiempo antes tomado por mujer una de las naturales de allí y noble, la cual se llamaba Doris, y había habido en ella un hijo llamado Antipatro. Y entonces estaba casado con la hija de Alejandro, hijo de Aristóbulo, y llamábase Mariamina, nieta de Hircano, hija de su hija, y por esto era muy amiga y familiar con el rey.

Pero cuando Casio fué muerto en los campos Filípicos, César se pasó a Italia y Antonio se fué a Asia. Habiendo las otras ciudades enviado embajadores a Antonio a Bitinia, vinieron también los principales de los judíos a acusar a Faselo y a Herodes; porque poseyendo ellos todo lo que había, y haciéndose señores de todos, solamente dejaban a Hircano con el nombre honrado. A lo cual respondió Herodes muy aparejado, y con mucho dinero supo aplacar de tal manera a Antonio, que después no podía sufrir una palabra de sus enemigos, y así se hubieron entonces de partir. Pero como otra vez hubiesen ido a Antonio, que estaba en Dasnes, ciudad

113cerca de Antioquía, enamorado ya de Cleopatra, cien varones de los más principales, elegidos por los judíos más excelentes en elocuencia y dignidad, propusieron su acusación contra los dos hermanos, a los cuales respondía Mesala como defensor de aquella causa, estando presente Hircano por la afinidad y deudo.

Oídas, pues, ambas partes, Antonio preguntaba a Hircano cuáles fuesen los mejores para regir las cosas de aquellas regiones. Habiendo éste señalado a Herodes y sus hermanos más que a todos los otros, y muy lleno de placer porque su padre les había sido muy buen huésped, y recibido por Antipatro muy humanamente en el tiempo que vino a Judea con Gabinio, él los hizo y declaró a entrambos por tetrarcas, dejándoles el cargo y procuración de toda Judea. Tomando esto a mal los embajadores, prendió quince de ellos y púsoles en la cárcel, a los cuales casi también mató. A los otros todos echó con injurias, por lo cual se levantó mayor ruido en Jerusalén.

Por esta causa otra vez enviaron mil embajadores a Tiro, a donde estaba entonces Antonio aparejado para venir contra Jerusalén, y estando ellos gritando a voces muy altas, el principal de los tirios vínose contra ellos, alcanzando licencia para matar a cuantos prendiese, pero mandado por mandamiento especial que tuviese cuidado de confirmar el poder de aquellos que habían sido hechos tetrarcas por consentimiento y aprobación de Antonio; antes que todo esto pasase, Herodes fué hasta la orilla de la mar, juntamente con Hircano, y amonestábalos con muchas razones, que no le fuesen a él causa de la muerte y de guerra a su patria y tierra, estando en contenciones y revueltas tan sin consideración. Pero indignándose ellos más, cuanta más razón les daban, Antonio envió gente muy en orden y muy bien armada, y mataron a muchos de ellos e hirieron a muchos, e Hircano tuvo por bien de hacer curar los heridos y dar a los muertos sepultura. Con todo, no por esto los que habían huido reposaban; porque perturbando y revolviendo la ciudad, movían e incitaban a Antonio para que matase también a todos los que tenía presos.

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