Capítulo XVIII. De la laguna de Genasar, y las fuentes del Jordán.

Esta laguna se llama Genasar, tomando el nombre de la tierra que contiene; tiene de ancho cuarenta estadios, y ciento de largo; el agua es dulce y buena de beber, porque con ser gruesa la de la laguna, ésta es algo más delgada de lo que en las otras suele ser. Viene a hacer orilla arenosa por todas partes, suele ser muy limpia y muy templada para beber; es más delgada que las aguas del río o de las fuentes, y está siempre más fría de lo que la anchura de la laguna permite. En las noches que hace gran calor dejan entrar el agua, y de esta manera se refrescan, lo cual tienen por costumbre, y lo suelen así hacer los que son de allí naturales.

Hay aquí muchas maneras de peces, diferentes de los peces de otras partes, tanto en sabor como en su género, y pártese por medio con el río Jordán.

Parece ser del Jordán la fuente Panio, pero a la verdad viene por debajo de tierra de aquel lugar que se llama Fiala, y éste está por aquella parte que suben a Traconitida, a ciento veinte estadios lejos de Cesárea, hacia la mano derecha, no muy apartado del camino. Y de la redondez se llama el lago de Fiala, por ser redondo como una rueda; detiénese siempre dentro de sí el agua, de tal manera, que ni falta, ni en algún tiempo crece; y como antes no se supiese ser esto el principio del río Jordán, Filipo, tetrarca que solía ser, o procurador de Traconitida, lo descubrió, porque echando éste mucha paja en Fiala, la vino a hallar después en Panio, de donde pensaban antes que manaba y nacía este río.

Panio, de su natural solía ser muy linda fuente, y fué embellecida con las riquezas y poder de Agripa.

Comenzando, pues, en esta cueva el río Jordán, pasa por medio de las lagunas de Semechonitis, y de aquí ciento veinte estadios más adelante, después de la villa llamada Juliada, pasa por el medio del lago Genasar, de donde viene a salir al lago de Asfalte por muchos desiertos y soledades; alárgase la tierra con el mismo nombre del lago Genasar, muy lindo y admirable, tanto de su natural, como por su gentileza. Ningún árbol deja de crecer con la fertilidad que de sí da, y los labradores la tenían muy llena de todas suertes de plantas y árboles, y la templanza del cielo es muy cómoda para diversidad de ár­boles: las nueces, que es fruta que desea mucho el frío, aquí abundan y florecen; las palmas también, que requieren calor y verano; las higueras y olivos que quieren el tiempo más blando; de manera que dirá alguno haber mostrado aquí la Natu­raleza su magnificencia y fertilidad, haciendo fuerza en que convengan entre sí, y concorden las cosas que de sí son muy repugnantes y discordes, favoreciendo a la tierra en la con­trariedad de los tiempos del año con particular favor.

No sólo produce diversas pomas o manzanas en mayor diversidad que es posible pensar, sino aun también las conserva que parezcan ser en su propio tiempo siempre; hállanse en esta tierra uvas los diez meses del año, y muchos higos y pasas, y todos los otros frutos duran todo el año; porque además de la serenidad del viento, que es muy manso, riégase también con una fuente muy abundante, la cual llaman los naturales de allí Capernao. Piensan algunos que es alguna vena del Nilo, porque produce y engendra peces semejantes a las corvinas de Ale­jandría: esta región se alarga treinta estadios por la parte que se llama Laguna, y se ensancha veinte, cuya naturaleza es la que hemos dicho.

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