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Edad. Cuál es la edad en que el hombre es capaz de las más grandes acciones, I. Y la en que su cuerpo y su espíritu comienzan a debilitarse.

EDUARDO I, Rey de Inglaterra. Por qué quiso que sus huesos fueran llevados en el ejército de su hijo, cuando éste combatiera contra los escoceses, I.

EDUARDO III, Rey de Inglaterra. Por qué en la batalla de Crecy se negó a procurar socorro al príncipe de Gales, I. Lo que decía de Carlos V, rey de Francia, II. Por qué al ajustar la paz general con Francia no quiso incluir en ella la cuestión del ducado de Bretaña.

EDUARDO, Príncipe de Gales, hijo del precedente. Cómo su cólera fue apaciguada en Guiena, merced al valor de tres nobles franceses, I.

Educación de los hijos. Obra preñada de dificultades, I. Deba ser encaminada sin violencia. Efectos de una buena educación, II. La educación fortifica las inclinaciones  naturales, lejos de trastornarlas.

EGINARD, Canciller de Carlomagno, I.

EGMONT (Lamoral, conde de), I.

EGIPTO. Juramento de los jueces de Egipto, II. Por qué en este país se ordenó mediante una ley expresa que los cadáveres de las mujeres hermosas y jóvenes fueran guardados tres días, antes de ser puestos en manos de los que debían embalsamarlos.

Elefantes. Habituados a bailar al son de la voz humana, I. Sutileza y penetración de estos animales. Si los elefantes tienen algún sentimiento de religión. Elefante rival de Aristófanes el gramático. Elefante movido por el arrepentimiento.

ELIO VERO. Lo que contestó a su mujer, quien le censuraba por mantener concubinas, I.

Embajadores. Sorprendidos en un embuste por Francisco I, I. Otro embajador sorprendido en un delito por Enrique VIII, rey de Inglaterra. Si los embajadores de un príncipe deben ocultarle alguna cosa de sus negocios.

Embriaguez. Vicio grosero, cuyas consecuencias son a veces funestísimas, I. No lo vieron los antiguos con malos ojos. Es menos pecaminoso que los demás.

EMILIO LÉPIDO. Su muerte, I.

EMILIO REGILO. No pudo impedir que sus soldados saquearan una ciudad que había determinado rendirse, I.

EMPÉDOCLES. Por qué rechazó la realeza que los agrigentinos le ofrecían, I. Su opinión en lo tocante a la naturaleza de Dios, 449.

Emperadores romanos. Por qué eran injustos sus gastos en los espectáculos públicos, II.

Enemigo vencido. Si hay que perseguirlo hasta el último trance, I.

ENGHIEN (Duque de). Huye en el instante de matarse, creyendo haber perdido la batalla de Cerisoles, que había ganado, I.

ENRIQUE IV, rey le Inglaterra. Reto que dirigió a este príncipe, Luis, duque de Orleáns, II.

ENRIQUE VII, rey de Inglaterra. Su conducta pérfida con el duque de Suffolk, I.

ENRIQUE VIII, rey de Inglaterra. Cómo sorprendió el delito de un embajador, I.

Entusiasmo. Eleva al hombre por cima de sus propias facultades.

EPAMINONDAS. Virilidad que desplegó ante el pueblo tebano con motivo de una acusación de que intentaron hacerle objeto, I. Palabras suyas, dignas de alabanza. Cómo calificaba las dos victorias que alcanzara contra los lacedemonios. Por qué rechazó las riquezas que legítimamente le pertenecían. Fue, según Montaigne, el hombre más relevante de todos los que se conociera. Carácter de su valer, de su valentía y de su habilidad en la guerra. Su saber, sus costumbres y su virtud, cabal en todo y uniforme. Su resolución en el permanecer constantemente sujeto a la pobreza; lo que de ello juzgaba Montaigne. Pruebas palpables de bondad, equidad y humanidad. Dulzura y cortesía que desplegaba en lo más recio de la guerra. Hasta donde llevaba sus escrúpulos en punto a justicia.

EPICARES. Acusado de haber tomado parte en una conjura contra Nerón; su virilidad ante el tormento, II.

EPICURO. Dispensa al filósofo de los desvelos e inquietudes que la idea de lo venidero engendra. No alegaba ninguna autoridad en sus escritos. Contrapuesto a Cicerón y a Plinio. Lo que pensaba de las riquezas. Si habría preferido sus obras a los hijos que hubiera engendrado. Fueron sus dogmas irreligiosos y sensuales, pero su vida devota y laboriosa. Cómo representaba a los dioses. Opinión de este filósofo en lo relativo a los placeres obscenos. Aconsejaba huir de la gloria, II, mas a él no lo era del todo indiferente. Carta que dictó momentos antes de su muerte.

Epicúreos. Extravagantes principios físicos de estos filósofos, I. Por qué aliviaban a la divinidad de toda suerte de cuidados.

EPIMÉNIDES. Su sueño duró cincuenta y siete años, I.

EQUICOLA, Teólogo, II.

Eruditos. Despreciables por lo mal educados, I. No procuran sino rellenar su memoria. Sólo piensan en hacer vano alarde de su ciencia. Torpeza de un romano que se juzgaba omnisciente porque tenía eruditos a su servicio. Carácter de la falsa sabiduría. Sobrenombrados leltre-ferits en el Perigord; significación de estas palabras. Eruditos que buscan la verdad, comparados con las espigas del trigo. Si pueden pretender algún galardón por sus escritos. El principal saber de nuestro siglo consiste en acertar a comprender a los sabios, II. De un hombre docto que gustaba estudiar en medio del mayor estrépito.

ESCALINO (Antonio). Menos conocido por este nombre, que era el suyo verdadero, que con el de Capitán Poulin y el de Barón de la Garde, I.

ESCARIOS, pescados. Mutuo concurso que se prestan entre ellos, I.

ESCIPIÓN, Africano. Su intrepidez, I. Vivió la hermosa mitad de su vida de la gloria que ganara cuando joven. Acusado por el pueblo, menospreció con altivez justificarse.

ESCIPIÓN, el Joven. Su respuesta a un mozo que le mostraba un hermoso escudo, I. Cómo ordenaba que comieran sus soldados.

ESCIPIÓN, suegro de Pompeyo. Alcanzó nombradía grande con su muerte.

Escitas. Cómo explicaron su huida a Darío, cuando los perseguía, I. Bebían la sangre de sus caballos. Con cuántas muertes enaltecían a sus reyes difuntos.

Esclavo. Recompensado y castigado por traicionar a su amo, II.

ESCRIBONIA, dama romana. Por qué aconsejo a su sobrino que se matara, I.

Escritores. Por qué los escritores ineptos debieran ser atajados por las leyes, II.

Escritos obscuros. Encuentran siempre intérpretes que los honran, I.

Escudos nobiliarios. Su veleidad, I.

ESCUT (Señor de). En el sitio de Regio.

ESENIOS. Cómo vivían, sin mantener comercio con mujeres, II.

Esgrima. Ejercicio que nada tiene de noble, II. Es inútil y perjudicial en los combates. Se mira con malos ojos, y por qué motivos.

ESOPO. Importancia que Montaigne daba a sus fábulas, I. En qué ocasión le aplica el dictado de grande hombre, II.

ESPAÑOL. Tenacidad de un campesino horriblemente torturado, II.

ESPAÑOLES. Barbarie con que trataron a los americanos, II. Crueldades que ejercieron contra el último rey del Perú, y contra el de Méjico. Carnicería que hicieron con sus prisioneros de guerra.

ESPARCIATAS. Por qué no otorgaron el premio de valentía a uno de sus ciudadanos, que había sobresalido en un combate, I.

Espectáculos públicos. Son muy provechosos en las grandes ciudades, I. Algunas palabras sobre los que los emperadores romanos daban al pueblo, II.

Esperanza. Hasta donde debe acompañarnos, I.

ESPEUSIPO, filósofo. Falsa tradición sobre su muerte, I. Él mismo puso fin a su vida. Su opinión sobre la naturaleza de Dios.

Espíritu. Los hombres no se apasionan menos por las producciones de su espíritu que por sus hijos, I. Por qué el imprimir tarde las producciones del espíritu es peligroso.

Espíritu humano. Su definición, I. Por qué es incapaz de llegar al conocimiento evidente de las cosas. Los juicios del espíritu dependen de las alteraciones corporales. Sus dolencias, difíciles de descubrir. Es gran hacedor de milagros. Cómo se determina a elegir entre dos cosas diferentes. Casi todos los espíritus necesitan objetos extraños para ejercitarse. Las cosas más nimias le atarean y extravían, y saca sus convicciones de puras fantasías y quimeras. Está demasiadamente unido al cuerpo. La vanidad de sus investigaciones se ve demostrada en que a veces pretende descubrir las causas de un fenómeno antes de tener cabal seguridad en él. Forja razones de las cosas más vanas.

Espíritus simples. Aptos para llegar a ser buenos cristianos. Espíritus mediocres, sujetos a extravío. Grandes espíritus cristianos, los más cumplidos. Qué espíritus son los mejores dispuestos para someterse a la religión y a las leyes políticas. Los espíritus comunes son más aptos para los negocios que los sutiles, II.

ESPURINA, joven toscano de singular belleza. Por qué se desfiguró el semblante, II. En qué su acción era digna de censura.

Estado. Nada tan dañoso para un Estado como las grandes mutaciones, II. Notable ejemplo de los obstáculos que acompañan a una reforma general.

Estados políticos. Sujetos a los mismos accidentes que el cuerpo humano, II. Aunque estén desbarajustados, no llegan a hundirse. Una virtud ingenua y sincera para nada sirve en la gobernación de los Estados corrompidos.

ESTATILIO. Por qué se opuso a tomar parte en la conspiración contra César, I.

ESTILPÓN, filósofo. Su firmeza después del incendio de su ciudad, donde todo lo había perdido, I. Cómo aceleró su muerte. Debía la templanza a su propio esfuerzo.

ESTISSAC (Señora de). Citada como ejemplo del amor maternal, I.

Estoicos. Llaman miserables y locos a todos los demás hombres, I. Por qué según ellos el loco no debe renunciar a la vida. No creen que los amores sabiamente gobernados deban impedirse al sabio.

ESTRATÓN, filósofo. Reconocía sólo como Dios el mecanismo de una naturaleza insensible, I. Dónde coloca el alma.

ESTREE (Señor de), I.

Estudio. Cuál debe ser su fruto, I.

ESTAMPES (Señora de), I.

EUDAMIDAS, de Corinto. Su testamento singular.

EUDAMIDAS, de Lacedemonia. Lo que dijo de un filósofo que discurría sobre la guerra, II.

EUDEMONIDAS, o más bien Eudamidas, hijo de Arquidamo y hermano de Agis. Palabras de este lacedemonio sobre Xenócrates, II.

EUDOXO, filósofo pitagórico. A qué coste deseaba ver el sol bien de Cerca, I.

EUMENES. Su hermosa respuesta a Antígono en el sitio de Nora, I. Entregado a Antígono por sus soldados, II.

Experiencia. Si puede acabar con la incertidumbre filosófica, I. No basta contar las experiencias, precisa además acomodarlas, II. Por qué la experiencia no es un medio eficaz para instruirnos en la verdad de las cosas.

EYQUEM, II. Véase MONTAIGNE.

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