- XX - [1547]

Montaigne a Enrique IV

Sire, La que Vuestra Majestad tuvo a bien escribirme el 20 de julio no me fue entregada hasta hoy por la mañana, y me ha encontrado metido en una muy violenta fiebre terciana, general en este país desde el mes pasado. Sire, como grande honor considero el recibir vuestras órdenes, y no he dejado de escribir hasta tres veces al señor mariscal de Matignon, participándole con todo interés la obligación que me incumbía de salir a su encuentro, hasta marcarle el camino que yo seguiría para lograrlo con seguridad cabal, si así bien le parecía. Como estas misivas no hayan tenido respuesta supongo que el Señor Mariscal tuvo en cuenta, en provecho mío, lo dilatado y arriesgado de los caminos. Sire, Vuestra Majestad me hará la merced de creer, si le place, que nunca repararé en mi bolsa en las ocasiones en que tampoco quisiera poner a cubierto mi vida. Lo que hice por sus predecesores, mayormente por Vuestra Majestad lo haré. Jamás alcancé ningún beneficio de la liberalidad de los reyes, como tampoco los solicité ni los merecí, y no recibí ningún estipendio de los pasos que di en el servicio de ellos, de los cuales Vuestra Majestad tuvo algún conocimiento. Soy, Señor, tan rico como deseo. Cuando haya agotado mi bolsa en París[1548] junto a Vuestra Majestad, tendré la osadía de hacérselo saber, y entonces, si Vuestra Majestad me juzga digno de que permanezca más tiempo entre los de su séquito, podrá hacerlo con facilidad mayor que si se tratara del menor de sus oficiales.

Sire, ruego a Dios por vuestra prosperidad y salud.

Vuestro humildísimo y obedientísimo servidor y vasallo.

 

FIN DE LAS CARTAS

 

 

 

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