16.

"El que aprende mucho desaprende todos los antojos violentos", eso se susurra ahora la gente en todas las callejuelas oscuras.

"La sabiduría se cansa, nada vale la pena; ¡no te apetecerá!", esta nueva tabla la encontré colgada incluso en los mercados públicos.

Romped para mí, oh hermanos míos, romped también esa nueva mesa. Los cansados del mundo la ponen, y los predicadores de la muerte y el carcelero: porque he aquí que también es un sermón para la esclavitud:-

Porque aprendieron mal y no lo mejor, y todo demasiado pronto y todo demasiado rápido; porque comieron mal: de ahí ha resultado su estómago arruinado;

-Porque un estómago arruinado, es su espíritu: ¡persuade a la muerte! Porque, en verdad, hermanos míos, ¡el espíritu es un estómago!

La vida es un pozo de delicias, pero para aquel en quien habla el estómago arruinado, el padre de la aflicción, todas las fuentes están envenenadas.

Discernir: ¡eso es un placer para el que tiene voluntad de león! Pero el que se ha cansado, es él mismo meramente "voluntarioso"; con él juegan todas las olas.

Y tal es siempre la naturaleza de los hombres débiles: se pierden en su camino. Y al final se pregunta su cansancio: "¿Por qué hemos seguido el camino? Todo es indiferente".

A ellos les parece agradable que se les predique al oído: "¡Nada vale la pena! No debes querer!" Eso, sin embargo, es un sermón para la esclavitud.

Oh, hermanos míos, un viento fresco y amenazador viene Zaratustra a todos los cansados del camino; ¡muchas narices hará estornudar todavía!

¡Incluso a través de los muros sopla mi aliento libre, y en las prisiones y los espíritus encarcelados!

Querer emancipa: porque querer es crear: así enseño yo. ¡Y sólo por crear aprenderás!

Y también el aprendizaje sólo lo aprenderás de mí, el aprendizaje bien! - ¡El que tenga oídos que oiga!

 

Share on Twitter Share on Facebook