Si alguna vez mi ira ha reventado tumbas, desplazado mojones, o hecho rodar viejas tablas de leyes destrozadas en profundidades precipitadas:
Si alguna vez mi desprecio ha esparcido a los vientos palabras enmohecidas, y si he llegado como una escoba a las arañas cruzadas, y como un viento purificador a los viejos cementerios:
Si alguna vez me he sentado a regocijarme donde yacen enterrados los viejos dioses, bendiciendo al mundo, amando al mundo, junto a los monumentos de los viejos malignos del mundo:-
-Porque hasta las iglesias y las tumbas de los dioses amo, si sólo el cielo mira a través de sus techos arruinados con ojos puros; con gusto me siento como la hierba y las amapolas rojas en las iglesias arruinadas-.
Oh, ¿cómo no voy a estar ardiente por la Eternidad, y por el anillo de los anillos, el anillo del retorno?
Nunca he encontrado a la mujer por la que quisiera tener hijos, si no es esta mujer a la que amo: ¡porque te amo, oh Eternidad!
Porque te amo, oh Eternidad.