Si queréis subir a lo alto, usad vuestras propias piernas. No os dejéis llevar a lo alto; no os sentéis sobre las espaldas y las cabezas de los demás.
Sin embargo, has montado a caballo... ahora cabalgas a paso ligero hasta tu meta... ¡Bueno, amigo mío! ¡Pero tu pie cojo también te acompaña a caballo!
Cuando llegues a tu meta, cuando te bajes del caballo: precisamente en tu altura, hombre más alto,- ¡entonces tropezarás!