2.

Entonces, sin embargo, sucedió que Zaratustra, asombrado ante tan sólo pícaras respuestas, saltó de nuevo a la puertade su cueva, y volviéndose hacia todos sus invitados, gritó con voz

"¡Oh, vosotros, todos vosotros, tontos! ¿Por qué disimuláis y os disfrazáis ante mí?

Cómo los corazones de todos ustedes se convulsionaron con deleite y maldad, porque por fin habían vuelto a ser como niños pequeños -es decir, piadosos-.

-Porque por fin volviste a hacer lo que hacen los niños, es decir, rezar, juntar las manos y decir "¡buen Dios!

Pero ahora deja, te ruego, esta guardería, mi propia cueva, donde hoy se lleva a cabo todo el infantilismo. Refréscate, aquí fuera, de tu caliente infantilidad y de tu corazón.

Por supuesto: si no os hacéis como niños no entraréis en el reino de los cielos". (Y Zaratustra señaló hacia arriba con sus manos).

"Pero no queremos en absoluto entrar en el reino de los cielos: nos hemos hecho hombres, por lo que queremos el reino de la tierra".

 

Share on Twitter Share on Facebook