Un destripador de antaño

Emilia Pardo Bazán

La leyenda del «destripador», asesino medio sabio y medio brujo, es muy antigua en mi tierra. La oí en tiernos años, susurrada o salmodiada* en terroríficas estrofas, quizá al borde demi cuna, por la vieja criada, quizá en la cocinaaldeana, en la tertulia de los gañanes*, que lacomentaban con estremecimientos de temor orisotadas oscuras. Volvió a aparcérseme, comofantasmagórica creación de Hoffmann*, en lassombrías y retorcidas callejuelas de un puebloque hasta hace poco permaneció teñido de colores medievales, lo mismo que si todavíahubiese peregrinos en el mundo y resonase aúnbajo las bóvedas de la catedral el himno de Ultreja*. Más tarde, el clamoreo de los periódicos,el pánico vil de la ignorante multitud, hacensurgir de nuevo en mi fantasía el cuento, trágico y ridículo como Quasimodo*, jorobado contodas las jorobas que afean al ciego Terror y a laSuperstición infame. Voy a contarlo. Entradconmigo valerosamente en la zona de sombradel alma.

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