¡he victis!
Al dia siguiente, despues de almorzar, Marciana tomó un papel y escribió con mano nerviosa:
Querida Elena:
Debo prevenirte que andes con tiento cun tu novio. Me consta que va á casarse con otra, abandonándote, y no puedo dejar de anunciártelo, como amiga leal: hace tiempo que deseaba darte una prueba de mi cariño; la ocasión se presenta y la aprovecho. Para evitar las calabazas, lo mejor que debes hacer es ganarle el tirón, y dárselas de antemano, pues ya sabes cuánta burla hacen en sociedad de las novias abondonadas por sus prometidos sin causa aparente.
Tu siempre amiga:
Marciana
- ¡Quiero vengarme, pensaba la joven, de los celos y el dolor que me causó, dándole la noticia por mi misma! Lástima es que no me atreva á dársela de viva voz.
Y luego que hubo enviado la carta, murmuró con alegria vengativa y malsana, ocasionada por el triunfo obtenido contra su rival.
- ¡Ay del vencido!