El domingo de carnaval, por la tarde, estuve con Laura. Ya sabes que era huérfana, y que vivía sola! Estúdia todo el peso de la frase. Huérfana: sin apoyo; sin la mirada vigilante de la madre querida; sin ese muro casi inexpugnable, levantado entre el mal y ella. Sola: es decir á merced de todas las pasiones, de todos los apetitos; al alcance de todas las manos! Más: había una circunstancia aún mas terrible: la configuración de su alma... Yo, soñador, joven, lleno de ilusiones, la quería y la veneraba al propio tiempo; la quería como se quiere cuando el alma bien templada no ha tenido contacto con el mundo; la veneraba, como se venera á la mujer que se ama pura, inmensamente... ¡La deseaba como esposa, y hubiera podido poseerla como querida! ... Porque era carne, solo carne, un montón de carne liviana, llena de apetitos, de pasiones odiosas, de deseos nunca saciados ... Pero no me arrepiento: al amarla no la he amado á ella, sino á un ensueño, á una ilusión que se ha desvanecido como un fantasma, después haber dejado una honda herida en mi espíritu... Hoy ella no es para mí más que una imájen entrevista en sueños...
En tu caso puedes reflexionar del mismo modo, y creer que Enriqueta es un ser ideal aparecido á tí en horas de fiébre, cuando todo es bello ó todo es horrible...
Al entrar en casa de Laura la hallé sentada en su salita de costura ya sabes que ganaba la vida cosiendo) con un libro en la mano. El libro era Pablo y Virginia, una de las obras más castamente apasionadas que conozco. Al verme, la jóven corrió á mí, dando muestras de la mayor alegría. Charló por los codos, con esa gracia infantil que añadía - tantos encantos á su adorable persona, hasta que yo la interrumpí:
— Es hora, Laura, la dije, de que nos ocupemos de asuntos más sérios: necesario es abandonar la broma, para hablar del porvenir. Sabe Vd. cuánto la quiero, y qué feliz soy con su cariño. Comprenderá, así, mi deseo de acelerar mi dicha completa... Además, sola, sin familia, sin amigos casi, Vd. necesita una persona en quién confiar, un apoyo que nunca le falte ... Esta persona no pude ser más que su esposo ... ¿Quiere Vd. que nos unamos?...
Palideció, sus ojos se llenaron de lágrimas, y, como por instinto, sus manos adoradas tomaron las mias, mientras que sus lábios murmuraban con pasión esta frase, que tanto dice en su sencillez:
— ¡Oh!.. Armando!..
No pude contenerme, y mi boca sedienta depositó un beso en su frente; una ola de fuego subió á su rostro; se estremeció, febríl, y se puso pálida de nuevo, pero con una palidez de mármol..
¡Oh! no son los cómicos más perfectos los que aplaudimos en el teatro; hay otros mas merecedores de los laureles y de los aplausos que se les tributan!..