VI


Permíteme una nueva digresión; quiero que comprendas toda la importancia de algunos de los sucesos que acabo de relatarte y que has oido con indiferencia, creyéndolos, quizá inútiles para el desarrollo de mi historia, cuando son de la más alta necesidad.

Laura habíaseme presentado esa tarde como una niña candorosa, inocente, pura: cuando la hablé de casamiento contestó turbada, cubierto el rostro de rubor; estudia bien esa apariencia, y dime si tú no te hubieras engañado como yo, si no hubieras creido que Laura era una mujer angelical, si no hubieras jurado que era incapaz de pecar, no solo de obra, sinó tambien de pensamiento... Observa todos los detalles de esa entrevista, y dime si pudo Laura desempeñar su papel mejor de lo que lo hizo; por mi parte la admiro de corazón en ese punto, porque supo engañarme por completo, mostrándoseme como el ángel entrevisto en mis ensueños.

Luego -ya lo habrás advertido- ella fué quien, con cinismo extraño, llamó mi atención cuando paseaba disfrazada por el corso, volviéndome á la vida real, merced al agua de un pomito; ella fué quien, de esa manera, precipitó la catástrofe.

Y digo precipitó, porque los hombres todos, cuando sabemos de un peligro, cualquiera que sea, estamos seguros de que hubiéramos escapado á él, aun en desemejantes circunstancias. Cuestión de fatuidad, mezclada con un poco de fatalismo oriental.

Despues, al ser encontrada por mí en el baile, Laura no trató de huirme; se entregó en los brazos del destino, y quiso arriesgar el todo por el todo, como el jugador que, estando en pérdida, pone su último billete á una carta, corriendo el más dudoso albúr. Peligraba que yo la descubriese, pero suponía que no llegaría á conocerla; aun más: estuvo convencida de ello. Mostrábase á medias, para que no la adivinara por completo. Me decía, sin que su voz temblase: "Estoy convencida de que no te agradada verme", como diciendo: "¿Sabes? Yo soy Laura" Por otra parte, aceptando mi cena, ponia todas las probabilidades en su contra, aunque quizá pensara hacerme creer en una broma preparada de antemano ...

Fíjate en estas acciones, y verás cuán antitéticos son los caracteres con los que te he presentado á Laura, y con los que también se presentó á mis ojos. Inocente -viciosa; tímida- cínica; pura-carnal. ¡Era como para enloquecerme!..

El golpe había sido rudo para mí; pero la herida estaba caliente aun, y yo no sentía los dolores; esto te esplicará mi actitud en las escenas siguientes, en las que me he mostrado todo un hombre, tengo el orgullo de decirlo. Por eso yo, que hasta entonces no me había puesto careta en ninguna ocasión, logré aquella noche desempeñar mi papel á las mil maravillas; -actor infortunado que en cada frase añadía nuevos dolores á los que ya me destrozaban...; logre tambien conocer hasta lo más recóndito del alma de Laura; logré, ocultando mis sentimientos, comprender los suyos, sin engañarme esta vez.

Nadie sabe esta historia; creo que si la supieran me llamarían héroe, me creerían un personaje inverosímil; porque si Scévola metió la mano en un brasero; si Leona, la legendaria y animosa amiga de Harmodio y Aristogitón, se cortó la lengua con los dientes; si Juan Valjean, el eterno forzado, se aplicó al brazo un hierro enrojecido, - yo he dejado que mi corazón fuese quemándose á fuego lento durante una hora para mí más larga que toda una eternidad.

Escucha cómo.

Share on Twitter Share on Facebook