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Reunido con Taco, que se hallaba disponiendo los preparativos de guerra, no fue nombrado general de todas las tropas, como lo había esperado, sino sólo de los estipendiarios; y de la armada naval, Cabrias Ateniense, siendo generalísimo de todas las fuerzas el mismo Taco. Esto fue ya lo primero que mortificó a Agesilao, a quien incomodó además el orgullo y vanidad de aquel Egipcio; mas fuele preciso sufrirlo, y con él se embarcó contra los Fenicios, teniendo que obedecerle y aguantarle, muy contra lo que pedían su dignidad y su carácter, hasta que se le presentó ocasión. Porque Nectanabis, que era sobrino de Taco, y que a sus órdenes mandaba parte de las tropas, se le rebeló, y, declarado rey por los Egipcios, envió a rogar a Agesilao que tuviera a bien auxiliarle, e igual súplica hizo a Cabrias, prometiendo a ambos magníficos presentes. Entendiólo Taco, y como les hiciese también ruegos, Cabrias tentó el conservar a Agesilao en la amistad de Taco, persuadiéndole y dándole satisfacciones; pero Agesilao le respondió de esta manera: “A ti ¡oh Cabriasí, que has venido aquí por tu voluntad, te es dado obrar según tu propio dictamen; mas yo he sido enviado como general a los Egipcios por la patria, y no puedo por mí hacer la guerra a aquellos mismos en cuyo auxilio he venido, si de la misma patria no recibo otra orden.” Dicho esto envió a Esparta mensajeros que acusasen a Taco e hiciesen el elogio de Nectanabis. También los enviaron éstos para negociar con los Lacedemonios, el uno como aliado y amigo de antemano, y el otro como que les sería más agradecido y más dispuesto a servirlos. Los Lacedemonios, oídas las embajadas, a los Egipcios les respondieron en público que lo dejaban todo al cuidado de Agesilao; pero a éste le contestaron que viera de hacer lo que más útil hubiera de ser a Esparta. Con esta orden tomó consigo a sus estipendiarios y se pasó a Nectanabis, valiéndose del pretexto de la utilidad de la patria para cubrir una acción fea y reparable, pues quitando este velo, el nombre que justamente le convenía era el de traición. Los Lacedemonios, dando a lo que es útil a la patria el primer lugar en lo honesto, ni saben ni aciertan tener por justo sino lo que es en aumento de Esparta.

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