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La persecución de Mitridates, que se había acogido a las naciones inmediatas al Bósforo y a la laguna Meotis, ofreció a Pompeyo muchas dificultades, mayormente habiéndosele anunciado que otra vez se le habían rebelado los Albanos. Regresó, pues, contra ellos encendido en ira y en deseo de venganza, costándole extraordinario trabajo vol- ver a pasar el Cirno por haber hecho los bárbaros empalizadas en gran parte de él; teniendo que andar un camino áspero y falto de agua, y habiendo llenado diez mil odres de ella, continuó su marcha contra los enemigos, a los que alcanzó formados en orden de batalla junto al río Abante en número de sesenta mil hombres de infantería y doce mil de caballería, pero muy mal armados y sin otro vestido los más que pieles de fieras. Acaudillábalos un hermano del rey, llamado Cosis, el cual, trabada ya la batalla, se dirigió contra Pompeyo, y habiéndole herido con un dardo en la parte donde terminaba la coraza, Pompeyo lo traspasó con un bota de lanza. Dícese que en esta batalla pelearon con los bárbaros las Amazonas, habiendo bajado de los montes que circundan el río Termodonte, pues al reconocer y despojar los Romanos a los bárbaros después de la batalla encontraron, sí, rodelas y coturnos amazónicos, aunque no se vio ningún cuerpo de mujer. Habitan las Amazonas las pendientes del Cáucaso por la parte del mar de Hircania, pero no confinan con los Albanos, sino que están en medio los Gelas y los Leges; y en cada año, pasando dos meses en unión con éstos, a orillas del Termodonte, después se retiran a vivir solas.

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