Pasó de allí Pompeyo a Amiso, y vino a pagar su rencillosa emulación cayendo en lo mismo que había reprendido; pues habiendo censurado amargamente en Luculo el que hirviendo aún la guerra hubiese arreglado las pro- vincias, haciendo también la distribución de los dones y premios que los vencedores acostumbran hacer concluida y terminada aquélla, ejecutó él mismo otro tanto en el Bósforo, cuando todavía Mitridates estaba mandando y conservaba respetables fuerzas, como si todo estuviera acabado, tomando disposiciones en las provincias y distribuyendo presentes con motivo de haber acudido a él generales y otros sujetos de autoridad y doce reyezuelos de los bárbaros; y aun por esto, contestando al rey de los Partos, se desdeñó de darle, como todos los demás, el título de rey de reyes, por no desagradar a estos otros. Vínole allí el deseo y codicia de recobrar la Siria y de pasar por la Arabia hasta el mar Rojo, para llegar victorioso hasta el Océano que circunda la tierra. Porque en África él fue el primero que llevó sus armas vencedoras hasta el mar exterior; en España puso también por término de la dominación romana el Mar Atlántico, y en tercer lugar, persiguiendo días antes a los Albanos, le había faltado muy poco para extenderse hasta el mar de Hircania. Púsose, pues, en marcha para dar la vuelta hasta el Mar Rojo, pues por otro lado veía que era muy difícil cazar con las armas a Mitridates, y que era enemigo más temible huyendo que peleando.