A la grandeza de su triunfo, aunque se repartió en dos días, no bastó este tiempo, sino que muchos de los objetos que le decoraban pasaron sin ser vistos, pudiendo ser materia y ornato de otra pompa igual. En carteles que se llevaban delante iban escritas las naciones de quienes se triunfaba, siendo éstas: el Ponto, la Armenia, la Capadocia, la Paflagonia, la Media, la Cólquide, los Iberes, los Albanos, la Siria, la Cilicia, la Mesopotamia, las regiones de Fenicia y Palestina, la Judea, la Arabia, los piratas destruidos doquiera por la tierra y por el mar, y además los fuertes tomados, que no bajaban de mil; las ciudades, que eran muy pocas menos de novecientas; las naves de los piratas, ochocientas, y las ciudades repobladas, que eran treinta y nueve. Había dado sobre todo esto razón por escrito de que las rentas de la república eran antes cincuenta millones de dracmas, y las de los países que había conquistado montaban a ochenta millones y quinientas mil. En moneda acuñada y en alhajas de oro y plata habían entrado en el erario público veinte mil talentos, sin incluir lo que se había dado a los soldados, de los cuales el que menos había recibido mil quinientas dracmas. Los cautivos conducidos en la pompa, además de los jefes y caudillos de los piratas, fueron: el hijo de Tigranes, rey de Armenia, con su mujer y su hija; la mujer del mismo Tigranes, Zósima; el rey de los Judíos, Aristobulo; una hermana de Mitridates, con cinco hijos suyos y algunas mujeres escitas; los rehenes de los Albanos e Iberes y del rey de los Comagenos, y, finalmente, muchos trofeos, tantos en número como habían sido las batallas que había ganado, ya por sí mismo y ya por sus lugartenientes. Lo más grande para su gloria, y de lo que ningún Romano había disfrutado antes que él, fue haber obtenido este triunfo de la tercera parte del mundo; porque otros habían alcanzado antes tercer triunfo; pero él, habiendo conseguido el primero de África, el segundo de la Europa y este tercero del Asia, parecía en cierta manera que en sus tres triunfos había abarcado toda la tierra.