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En este tiempo juntó Pompeyo considerables fuerzas, de las cuales las de mar eran del todo irresistibles, porque tenía quinientos buques de guerra, y de transportes y guardacostas un número excesivo; en caballería había reunido la flor de los Romanos e Italianos hasta en número de siete mil hombres, superiores en riqueza, en linaje y en valor. La infantería era mercenaria, y, necesitando de instrucción, la disciplinó, de asiento en Berea, no ocioso por su parte, sino concurriendo a los ejercicios como si se hallase en la más vigorosa juventud; era, en efecto, de gran peso para inspirar confianza el ver a Pompeyo Magno en la edad de cincuenta y ocho años maniobrar armado, ora con la infantería y ora con la caballería, desenvainar la espada sin trabajo en medio del galope del caballo y volverla a envainar con facilidad, y en tirar al blanco mostrar no sólo buen tino, sino también pujanza para lanzar los dardos a una distancia de la que pocos de los jóvenes podían pasar. Habían acudido a él los reyes y los próceres de las naciones, y de Roma un número tal de los primeros personajes, que parecía tener el Senado entero cerca de sí. Concurrió también Labeón, abandonando a César, de quien era amigo, y con quien había hecho la guerra en las Galias, e igualmente Bruto, hijo de aquel a quien Pompeyo hizo perecer en la Galia, varón de elevado ánimo y que nunca antes había saludado ni aun dado la palabra a Pompeyo, por matador de su padre, pero al que se sometió entonces, mirándole como libertador de Roma. Cicerón, aunque en sus escritos y sus consejos había manifestado diferente opinión, tuvo a menos no ser del número de los que exponían la vida por la patria. Acudió, yendo hasta la Macedonia; así mismo Tidio Sextio, varón sumamente anciano y que había perdido una pierna, al cual, mientras los demás se reían y burlaban, corrió a abrazar Pompeyo, levantándose de su asiento, por creer que no podía haber para él testimonio más lisonjero que el que los imposibilitados por la edad y por las fuerzas prefirieran a su lado el peligro a la seguridad que en otra parte tendrían.

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