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Hermipo escribe que Estrebo, lector de Calístenes, fue quien refirió estas cosas a Aristóteles, añadiendo que Calístenes, habiendo conocido la aversión de Alejandro, dijo por dos o tres veces contra él al retirarse: Murió también en juventud Patroclo, que en virtud harto más que tú valía. Parece, pues, que no le faltó razón a Aristóteles para decir que Calístenes era diestro y grande en la oratoria, pero que no tenía juicio. En fin: con haber resistido vigorosa y filosóficamente la adoración, siendo el único que decía en público lo que en secreto incomodaba a todos los principales y más ancianos de los Macedonios, él bien redimió a los Griegos de una gran vergüenza, y de una mucho mayor todavía a Alejandro, evitando así la tal adoración; pero se perdió a sí mismo: pues, a lo que se ve, hizo fuerza a Alejandro, mas no le persuadió. Cares de Mitilena, dice que bebiendo en un banquete Alejandro en una copa, la alargó a uno de los amigos, y tomándola éste se levantó y acercó al ara, bebió y adoró primero, después besó a Alejandro en el banquete, y se volvió a sentar, y que lo mismo ejecutaron todos por orden; pero Calístenes, tomando la copa a tiempo que Alejandro no atendía, sino que estaba en conversación con Hefestión, bebió y se acercó para besarle; pero diciéndole Demetrio, denominado Fidón: “¡oh rey! no beses, porque éste sólo no ha adorado”, Alejandro huyó el rostro al ósculo, y Calístenes dijo en voz alta: “Bien; me iré con un beso menos.”

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