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Éste, pues, repartiendo sus fuerzas en muchas divisiones y poniéndolas bajo el mando de diversos caudillos, procuraba hacer entrar en su plan a todo el país del contorno hasta el río Araris, llevando la idea, si lograba que en Roma se formase partido contra César, de concitar para aquella guerra a toda la Galia; y si esto lo hubiera hecho, poco después, cuando ya César estaba implicado en la guerra civil, no hubieran sido los temores que en tal caso se hubieran apoderado de la Italia menos violentos que aquellos que los Cimbros le causaron. Mas ahora César, cuyo ingenio era sacar partido de todos los accidentes para la guerra, y sobre todo aprovechar la ocasión en el momento mismo de serle la rebelión anunciada, levantó el campo, volvió por el mismo camino que había traído, y con la fuerza y la celeridad de su marcha, a pesar de los indicados obstáculos, demostró a los bárbaros ser infatigable e invencible el ejército que los perseguía; pues cuando creían que en mucho tiempo no pudiera llegarle ni mensajero ni correo, le vieron ya sobre sí con todo el ejército, talando sus tierras, apoderándose de sus puestos, asolando sus ciudades y volviendo a su amistad a los que habían hecho mudanza; hasta que también entró en la guerra contra él la nación de los Eduos, que, habiéndose apellidado en todo el tiempo anterior hermanos de los Romanos, entonces se habían unido con los rebeldes, siendo motivo de no pequeño desaliento para el ejército de César. Retiróse, pues, de allí por esta causa y pasó los términos de los Lingones para ponerse en contacto con los Sécuanos, que eran amigos y estaban interpuestos entre la Italia y el resto de la Galia. Fuéronle allí a buscar los enemigos, y aunque le opusieron por todas partes muchos millares de hombres les dio batalla; y a todos los demás venció y sojuzgó a fuerza de tiempo y del terror que llegó a causarles; pero al principio parece tuvo algún descalabro, y los Arvernos muestran una espada suspendida en el templo como despojo de César, la que él mismo vio algún tiempo después y se echó a reír; y proponiéndole los amigos que la quitase, no vino en ello, teniéndola por sagrada.

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