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Ello es que los aliados y los habitantes de las islas a los enviados de Atenas, cuando otro general los conducía, los miraban como enemigos, reforzaban las murallas, barreaban las puertas e introducían del campo a las poblaciones los víveres, los esclavos, las mujeres y los niños; y si el general era Foción, salían coronados a recibirlos en sus propias naves, y alegres los llevaban a sus propias casas.

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