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¿Pues cómo es, dirá alguno, que Esquines le tiene por admirable precisamente por su soltura en el decir? ¿Cómo es que a Pitón de Bizancio, que se había puesto a hablar con arrojo y con un torrente de palabras contra los Atenienses, se levantó él sólo y le contradijo? ¿Cómo es que habiendo Lámaco Mirrineo escrito el elogio de los reyes Alejandro y Filipo, en el que decía mil cosas en descrédito de los Tebanos y Olintios, cuando lo estaba leyendo en los Juegos Olímpicos se levantó también, y expresando con relación de los hechos y con pruebas positivas los muchos bienes que los Tebanos y Calcidenses habían hecho a la Grecia, y por la inversa, de cuántos males habían sido causa los aduladores de los Macedonios, mudó de tal modo los ánimos de los oyentes que, temiendo aquel sofista por el alboroto que se había movido, tuvo que huir del concurso? Lo que parece es que creyó no convenirle algunas de las cualidades de Pericles; pero su coordinación del discurso, su acción y el no hablar de repente sobre todo asunto sin preparación, como que éstas eran las que le habían engrandecido, las imitó y copió en cuanto pudo, sin dejar por eso de aspirar a la gloria de hablar extemporáneamente si lo pedía un grave caso, ni tampoco poner muchas veces su talento y habilidad en manos de la fortuna. Porque en las oraciones que pronunció usó sin duda de más osadía y desenfado que en las escritas, si hemos de creer a Eratóstenes, a Demetrio de Falero y a los cómicos, de los cuales Eratóstenes dice que muchas veces en las oraciones se ponía como fuera de sí; y Demetrio, que pronunció poseído de entusiasmo aquel juramento en metro que dice: Por la tierra, las fuentes, ríos, mares. De los cómicos, uno le llama charlatán de pacotilla; y otro, motejándole de que usaba de antítesis, dice: “Del mismo modo la recobró que la cobró, porque fue muy del gusto de Demóstenes este modo de decir”; a no ser que Antífanes hubiese querido aludir a la oración sobre la isla de Haloneso, acerca de la que aconsejaba a los Atenienses, no que la cobraran, sino que la recobraran de Filipo.

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