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Con estas cosas era molesto a muchos, y a este tiempo Clodio y su facción se declararon sus enemigos con este motivo. Era Clodio de una de las primeras familias, en los años joven y en el ánimo osado y temerario. Teniendo amores con Pompeya, mujer de César, se introdujo ocultamente en su casa disfrazándose con el vestido y demás adornos de una cantatriz. Celebraban las mujeres aquella fiesta y sacrificio arcano, nunca visto de los hombres en casa de César, y no podía ser admitido ningún varón; pero siendo todavía Clodio mocito, pues aun no tenía barba, esperó que podría quedar desconocido llegando con las mujeres hasta donde estaba Pompeya; mas habiendo entrado de noche en una casa grande, se perdió en los corredores, y habiéndole visto andar desatentado una sirvienta de Aurelia, madre de César, le preguntó su nombre. Precisado a hablar y diciendo que buscaba a Abra, criada de Pompeya, conociendo aquella que la voz no era femenil, gritó y empezó a llamar a las mujeres. Cerraron éstas las puertas y, registrándolo todo, encontraron a Clodio que se había guarecido en el cuarto de la criada, con quien había entrado. Hízose público el suceso; César repudió a Pompeya, y a Clodio se le formó causa de impiedad.

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