Habiendo adquirido fama con estos hechos, concibieron el maravilloso proyecto de libertar la Grecia toda, esclavizada por Casandro y Tolomeo, haciendo una guerra la más honesta y justa que jamás hiciera rey alguno: porque cuantas riquezas habían recogido quebrantando a los bárbaros venían a consumirlas en bien de los griegos por sólo el deseo de gloria. Resolvieron dar principio por dirigirse con su escuadra a Atenas, y diciendo uno de sus amigos a Antígono que si tomaban esta ciudad debían guardarla porque era la escala de la Grecia, desechó Antígono la proposición, respondiéndole que la mejor escala y más segura era el amor de los pueblos, y que siendo Atenas la atalaya de toda la tierra, al punto haría ilustres sus hechos ante todos los hombres. Movió, pues, Demetrio para Atenas, llevando en dinero cinco mil talentos y una armada de doscientas cincuenta naves, a tiempo que por Casandro ocupaba el cuerpo de la ciudad Demetrio de Falera, teniendo guarnición en Muniquia; valiéndole a un tiempo su dicha y su previsión, se apareció en el Pireo el día 25 del mes Targelión, sin haber sido sentido de nadie. Cuando se vio cerca la escuadra, entendieron todos que eran naves de Tolomeo, y se disponían a recibirlas; pero volviendo tarde de su engaño, aunque acudieron los generales, fue grande el desorden en que todo se puso, como era preciso, cuando había que rechazar a los enemigos que ya saltaban en tierra. Porque hallando Demetrio abierta la boca del puerto, se introdujo en él: así, dándose ya a conocer a todos, pidió por señas tranquilidad y silencio. Hecho esto, mandó a un heraldo les significase que el padre le había enviado (en buena hora fuese dicho) a libertar a los Atenienses, a echar fuera la guarnición y a restituirles sus leyes y su gobierno patrio.