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Pues aún se le decretó otro honor más desmedido y disonante, escrito por Dromoclides Esfetio, sobre que para la consagración de los escudos en Delfos se tomara oráculo de Demetrio; pero será mejor copiar el tenor del decreto, que es como sigue: “A la buena hora: Le ha parecido al pueblo nombrar un ciudadano de Atenas que, constituyéndose cerca del Salvador, y haciendo las debidas libaciones, pregunte a Demetrio Salvador cómo con más piedad, con más decoro y con mayor prontitud ha de hacer el pueblo la dedicación de las ofrendas, y que, lo que respondiere, aquello haga el pueblo.” Con tales desatinos embaucaron a un hombre que ya de suyo no era de los más cuerdos.

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