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Llamaron a Demetrio los Atenienses con motivo de tenerles sitiada Casandro la ciudad, y acudiendo aquel con trescientas treinta naves y numerosa infantería, no sólo arrojó a Casandro del Ática, sino que, persiguiéndolo en su fuga hasta las Termópilas, consiguió de él una señalada victoria, y tomó a Heraclea, que voluntariamente se le entregó, habiéndosele asimismo pasado seis mil Macedonios. A la vuelta dio libertad a los griegos de la parte acá de las Termópilas, hizo alianza con los Beocios, tomó a Cencris, y habiendo reducido a File y a Panacto, presidios del Ática, guarnecidos entonces por Casandro, las restituyó a los Atenienses, los cuales, aunque habían estado antes excesivos con él, y parecían haber agotado todos los medios de obsequiarle y honrarle, todavía encontraron cómo parecer nuevos y recientes en sus adulaciones. Porque le señalaron para alojamiento el edificio que está a espaldas del templo de Atena, llamado Partenón, y allí estuvo habitando; diciéndose que era la diosa la que daba hospedaje a un huésped, a fe no muy modesto, ni de una conducta muy propia para que lo alojara una virgen; siendo así que su padre, habiendo sabido que Filipo, el hermano del mismo Demetrio, estaba en una ocasión alojado en una casa en que había tres mocitas, a él no le habló palabra; pero habiendo llamado al aposentador, le dijo en su presencia: “Oyes, ¿no sacarás a mi hijo de tan estrecho alojamiento?”.

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