24

Correspondíale en verdad a Demetrio respetar a Atena, a lo menos por ser su hermana mayor, según él decía; sin embargo, fueron tales las indecencias y abominaciones con que manchó el alcázar, violentando a jóvenes libres y ciudadanas honestas, que parecía estar aquel lugar sumamente acatado y limpio cuando sólo se divertía con las rameras Crisis, Lamia, Demo y Anticira. No conviene, por honor a la ciudad, referir menudamente tales insolencias, pero al mismo tiempo es justo no pasar en silencio la virtud y modestia de Damocles. Era éste “todavía muchachito, y tuvo de él noticia Demetrio, siendo su sobrenombre el que le acusaba, porque le llamaban Damocles el Hermoso. Hiciéronsele muchos presentes, se le solicitó, se le hizo miedo y a nadie cedió nunca. Por fin, retirándose de las palestras y del gimnasio, se iba a bañar a un baño privado; habiendo espiado Demetrio la ocasión, se entró en él cuando aquel estaba solo; mas el muchacho, cuando se vio en aquel desamparo y en aquel estrecho, quitando la tapa a la caldera en que estaba el agua hirviendo, se arrojó en ella y pereció sufriendo lo que él no merecía, pero pensando de un modo digno de su patria y de la hermosura, y no como Cleáneto, hijo de Cleomedonte, que habiendo dado pasos para librar al padre de la multa de cincuenta talentos, y presentando al efecto al pueblo cartas de Demetrio, no sólo se cubrió a sí mismo de oprobio, sino que fue causa de turbaciones en la ciudad. Porque a Cleomedonte le perdonó la multa, pero hizo un decreto para que nadie presentara cartas de Demetrio; mas como habiéndolo éste entendido, lejos de tolerarlo, se hubiese mostrado muy ofendido, intimidados nuevamente, no sólo anularon el decreto, sino que de los que lo propusieron y apoyaron, a unos les quitaron la vida y a otros los desterraron. Hicieron además otro decreto por el que declararon que todo cuanto el rey Demetrio mandara habla de ser santo ante los dioses y justo ante los hombres, y diciendo uno de los ciudadanos más prudentes que Estratocles no podía menos de estar loco para proponer tales cosas, Demócares Leuconeo le replicó: “Estaríalo si no lo estuviese”; porque realmente Estratocles sirvió mucho a la ciudad con estas adulaciones; sin embargo, delatado Demócares con tan leve motivo, fue desterrado. ¡Por estas humillaciones pasaban los Atenienses mientras se daban por aliviados de la guarnición, y creían que estaban en el pleno goce de su libertad!

Share on Twitter Share on Facebook