Volvió de allí a la Macedonia, y como de suyo fuese poco inclinado al sosiego, y viese que los súbditos le tenían más consideración en el ejército, siendo en casa turbulentos e inquietos, marchó contra los Etolios. Talóles el país, y dejando en él a Pantauco con no pequeña parte del ejército, se dirigió contra Pirro, y Pirro contra él; pero habiendo errado ambos el camino, el uno talaba el Epiro, y el otro dando sobre Pantauco, y trabando batalla, como hubiesen venido a las manos hasta darse y recibir mutuamente heridas, al fin le rechazó con muerte de mucha gente, y tomándole cinco mil cautivos; esto fue lo que sobre todo perjudicó a Demetrio, porque no tanto se concilió odio Pirro por el mal que les causó como admiración por ser hombre que las más cosas las acababa por su propia mano, habiendo adquirido gran renombre y fama en aquella batalla: y aun entre muchos de los Macedonios corría la voz de que todos los reyes, en este sólo veían una semejanza del ardimiento de Alejandro, cuando los demás, y especialmente Demetrio, sólo remedaban, como en un teatro, su gravedad y su lujo. Y por lo que hace a Demetrio, estaba en verdad hecho un representante de tragedia, pues no sólo llevaba cubierta la cabeza con un sombrerillo ceñido de dobles diademas, e iba vestido de una tela rica de oro y púrpura, sino que usaba además por calzado unos coturnos dorados, cuyas suelas eran de púrpura puesta en muchos dobles. Estábanle tejiendo largo tiempo había un manto, obra soberbia, remedo del mundo y de los astros del cielo, el cual quedó a medio acabar cuando ocurrió el trastorno de sus cosas; ninguno después se atrevió a usarlo, sin embargo de que de allí a bien poco hubo en Macedonia reyes sobrado orgullosos.