43

Habiendo estado Demetrio enfermo de peligro en Pela, faltó muy poco para que perdiese la Macedonia, acudiendo al punto Pirro y llegando hasta Edesa; pero apenas estuvo aliviado cuando le rechazó fácilmente e hizo con él un tratado, no queriendo que por haber de lidiar cada día en esta guerra de conquistar y reconquistar pueblos le sirviera de estorbo y le quitara ponerse en el pie conveniente para lo que meditaba; esto no era nada menos que recobrar todo el imperio que había tenido su padre. A esta esperanza y a este proyecto correspondían los preparativos, pues tenía ya reunido un ejército de noventa y ocho mil infantes, y además poco menos de doce mil caballos. Trataba también de juntar una armada de quinientas naves, habiendo hecho poner para unas las quillas en el Pireo, y para otras en Corinto, en Calcis y en Pela, y yendo él mismo de una parte a otra previniendo lo que convenía, y aun poniendo mano en la obra; con lo que excitaba la admiración de todos, que veían con asombro el número y la grandeza de tales trabajos. Porque hasta entonces nadie había visto galeras de quince y dieciséis, órdenes de remos: pero más adelante, Tolomeo Filopátor construyó una de cuarenta órdenes, que tenía de largo doscientos ochenta codos y de alto, hasta el remate de la popa, cuarenta y ocho. Acomodábanse en ella, fuera de los remeros, cuatrocientos hombres de tripulación, remeros cuatro mil, y cabían además de éstos, en los entrepuentes y sobre cubierta, poco menos de otros tres mil, ésta no sirvió mas que de espectáculo, pudiendo ser mirada como un edificio fijo destinado a la vista y no al uso, por ser muy difícil de mover, y aun no sin peligro. No así las naves de Demetrio, pues ni su belleza les quitaba el servir para el combate, ni el esmero en la construcción las hacía inútiles, sino que más bien que por su grandor eran admirables por su buen movimiento y su buen servicio.

Share on Twitter Share on Facebook